La diferencia entre un dato y una información,
radica en la utilidad. Si alguien te dice que el 25 de diciembre es el día en
el cual se celebra la navidad, pero tú eres musulmán, esta no es una información valiosa
para ti; en consecuencia es un dato. Si otra persona te dice que el gobierno va
a aprobar una ley que prohíbe todas las religiones menos la católica, este dato
deviene inmediatamente en una información de seguro interés para quienes
profesen otras religiones diferentes a la católica. Es muy sutil la diferencia pero existe y es de
gran importancia a la hora de comunicar. Un comunicador debe tener en cuenta la
audiencia a la cual se dirige, de nada sirve intentar convencer a un humilde
trabajador de comprar un auto deportivo último modelo, no porque no se lo merezca,
simplemente no está a su alcance. El tipo
de audiencia también nos aporta otra consideración, que tipo de lenguaje usar. Si
vas a la cafetería y pides “un vaso de líquido perlino de la consorte del toro”
lo más probable es que no sepan que
quieres un vaso de leche. Frecuentemente los comunicadores podemos incurrir en
estos fallos, sobre todo aquellos que más que comunicar desean exhibir su
conocimiento lingüístico, usando palabras muy sofisticadas para dirigirse a una
audiencia que no está en grado de entenderlas. Es pues altamente recomendable
que todos los que nos movemos en el mundo de la comunicación de una u otra
forma, tengamos en cuenta, donde, a quien, y para que estamos dirigiéndonos a
esa audiencia.
Oratoria, locución y comunicación verbal y corporal con cualquier tipo de audiencia y usando cualquier medio tecnológico.
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