El don de la ubicuidad hasta hace pocas décadas
era atribuido solo al gran arquitecto del universo y a uno que otro santo o
iluminado. En efecto la omnipresencia no estaba en el elenco de superpoderes de
los simples mortales, hasta que llegó internet y sus casi demoníacos efectos. Y
así de repente un profesional de cualquier área puede solicitar empleo en
cualquier punto del globo terráqueo sin importar la distancia que los separa, y
además también puede hacer su trabajo para más de un empleador, aunque cada uno
esté al otro lado del mundo. Es realmente un prodigio lo que hoy podemos hacer
en materia comunicacional. Sin embargo, estos cambios en el modo de hacer las
cosas han tomado por sorpresa a la mayoría, lo cual ha puesto en desventaja a
todos aquellos que no se adaptan y sobre todo no se actualizan. En este momento
se debe entender que la competencia es global y así como un diseñador gráfico,
por ejemplo, puede contender por un empleo en Estados Unidos, viviendo en España,
lo mismo puede hacer otro que vive en Turquía. De igual modo debemos observar
con detenimiento que un canal en YouTube donde se muestra que tipo de
habilidades tiene una persona, puede ser mucho mas influyente para una empresa,
que un currículo de 200 páginas.
Salta a la vista que, así como poco tiempo atrás,
tener conocimientos de ofimática y computación se convirtió en un requisito a casi
a todo nivel, hoy, saber comunicar mediante videos, conferencias a distancia, hacer
un podcast o mostrar en un blog o un canal audiovisual online el tipo de
trabajo que hacemos y como lo hacemos es ya una habilidad que no es opcional.
La presencia en la red ya no se limita a una página web estática contentiva de información
y formas de contacto. Hoy las empresas y potenciales clientes desean ver más de
cerca, oír opiniones de otros, contar el numero de estrellas que se han
colocado en el producto o servicio y los mercados de encuentro entre
productores y clientes se llaman Facebook, Instagram, Tik Tok y en otro nivel;
LinkedIn.
Sumado a la tendencia que desde hace tiempo
venia en alza, la pandemia terminó de dar el empujón definitivo a toda clase de
actividades online y así como los taxistas convencionales se ven en la obligación de evolucionar ante servicios
como Uber o conformarse con lo que sobra, todos y cada uno de nosotros debemos
evolucionar en nuestro campo y el primer paso, sin alguna duda, es incrementar
nuestro conocimiento y aprender a conducirnos en un mundo cada vez más informático
y en red; de lo contrario estaremos
condenados a vivir como la hienas, esperando que otros terminen de comer para
ver que sobró. Lo malo es que a veces no sobra nada.
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