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Como perder el miedo a hablar en público.



Teatro griego 


De antemano te digo que, en mi experiencia, nunca se pierde el miedo a hablar en público. Siempre antes de enfrentarte a una audiencia, se siente una emoción que te invade y que crece minuto a minuto. Sin embargo cuando ya has tenido experiencias previas y has aprendido a manejar esta emoción , lo que se siente es placentero. No es ese terror que te paraliza y te hace tartamudear o equivocarte, es un nivel de excitación que aprendes a disfrutar. Es justo ese nivel de adrenalina que te hace salir ante el público con una carga de energía increíble, te permite transmitir todo lo que deseas de manera efectiva, te hace percibir el tiempo de manera distinta y hasta el cansancio físico desaparece aun cuando estés moviéndote en un escenario durante horas. Para los que hemos hecho teatro, por ejemplo, esta bomba de neurotransmisores llega a ser una adicción

El origen del miedo.
Para muchos el miedo es una emoción negativa e indeseable que debe ser erradicada. Sin embargo la realidad es que gracias al miedo hemos sobrevivido por siglos. Gracias a que sentimos miedo nuestro instinto de conservación se activa y es así como delante de un peligro inminente debemos escoger entre las únicas opciones que se nos ofrece. Luchar o huir son las alternativas que nos plantea nuestro cerebro reptiliano. Es justamente ahí donde nace el problema. Esta parte de nuestro cerebro no es reflexiva y por el contrario, actúa de manera inconsciente y por instinto. Al tener como función principal encargarse de nuestra propia supervivencia, se considera que es el encargado también de que se nos dificulte lograr nuestros objetivos personales ya que se siente seguro únicamente estando en un terreno conocido, sin embargo cuando se adentra en terreno desconocido, se siente sumamente amenazado y prefiere huir y escaparse antes de enfrentarse a algo nuevo.


Ante esta programación, sin la debida preparación resulta casi imposible tener un comportamiento distinto al que surge como consecuencia del miedo. En casos muy extremos nos encontramos con la parálisis total, estando bajo shock no podemos movernos ni siquiera para huir y naturalmente que si estamos delante de un depredador, ya sabemos cuál es el primer plato en el menú. Sin embargo tenemos métodos para combatir esta emoción y no es más que escoger la opción de luchar. 


Cuando dominamos nuestro miedo es como cuando en las artes marciales se emplea la propia fuerza del contrincante a nuestro favor. Ese coctel bioquímico que descarga nuestro cerebro debe ser aprovechado para nuestro propio beneficio, para hacernos saltar en el escenario o enfrentarnos a la video cámara, con fuerza, decisión y con el ímpetu de un vencedor. Pero para eso necesitamos entrenamiento tanto físico como mental, entendiendo que esto es un proceso y no se logra de la noche a la mañana. 
Recomendaciones.


En primer lugar debemos preparar nuestra exposición, discurso y argumentos de manera muy precisa y detallada. Por ejemplo; Si vamos a hablar de los ataúdes que nuestra compañía fabrica, debemos conocer al detalle todos los modelos, los materiales, los diseños y colores, la resistencia y durabilidad, los detalles interiores, las ventajas en relación a la competencia, los precios, los descuentos por volumen de compra, los tiempos de entrega y el servicio postventa. No podemos olvidar nada porque suele suceder que aquello que no sabemos es justamente lo que alguno preguntará. Preparándonos extremadamente bien podemos estar seguros que en lo concerniente a nuestro tema no tenemos por qué preocuparnos pues lo conocemos al detalle y esto nos brinda en primera instancia la sensación de seguridad de la cual nos serviremos más adelante. El miedo a equivocarnos, a hacer el ridículo y no lograr nuestro cometido lo vencemos pensando que si nos equivocamos en una palabra o concepto no pasa nada, solo debemos corregir, sin embargo esto no suele pasar si nos hemos preparado bien. 


Identificar qué tipo de exposición queremos mostrar. En la mayoría de los casos un chiste o contar una situación divertida en el momento oportuno, ejerce un efecto mágico tanto en nosotros como en la audiencia. Pero atención dependiendo del público y la temática a tratar puede que no sea una buena estrategia hacerse el gracioso y es más acertado conservar una línea más bien conservadora. 


Es altamente recomendable hacer toda nuestra exposición de principio a fin y luego permitir una ronda de preguntas. De no hacerlo de esta forma, se corre el peligro de perder el hilo si permitimos intervenciones de la audiencia antes de concluir nuestra argumentación.


Un elemento que se descuida a menudo es nuestro lenguaje corporal. Si estamos en un escenario por ejemplo, debemos conocer bien cuáles son los puntos focales del mismo. Por lo general nuestra visión y por ende nuestra percepción funciona tal como leemos (en el mundo occidental), de izquierda a derecha. Así que los ángulos extremos tanto a la derecha como a la izquierda son sumamente importantes, por lo tanto hacer desplazamientos eventuales entre estos puntos, mantiene la atención visual de la audiencia. Claro está que no debemos exagerar ya que tampoco es la idea correr de un extremo a otro de manera repetitiva pues esto da la sensación de nerviosismo y falta de seguridad. El centro del escenario se puede usar por breves momentos pero es siempre mejor detenerse en los extremos, por lo general el extremo izquierdo tiene más importancia visual que el derecho pero esto depende de si hay otros elementos presentes en el escenario tales como, pantallas, pendones, mesas o invitados. 


Nunca subas a un escenario por primera vez ya cuando el público está en la sala, a menos que no tengas alternativa. Por lo general se debe hacer un recorrido por el espacio en cuestión, ver desde distintos ángulos el área que ocupara el público, si se usan micrófonos se deben hacer pruebas de audio y saber dónde están ubicados los altavoces para no producir los pitos llamados feedback. También se debe conocer la ubicación de las luces y de qué tipo son. Todas estas acciones te harán familiar el lugar y esto agrega un punto más para tu seguridad cuando te encuentres allí con tu audiencia.


Atención a las manos. Gesticular es un elemento que refuerza nuestro discurso pero mal empleado también demuestra imprecisión, miedo, falta de preparación e improvisación. Dejar que las manos sigan nuestra argumentación en modo natural y relajado es algo que también se debe aprender.



2 aspectos de importancia capital son la respiración y la voz pero por ser un tema muy extenso, prefiero abordarlo en el próximo artículo.






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