Antes de hacerte cualquier tipo de idea desacertada,
te debo advertir que la voz y su adecuado entrenamiento no es un proceso de 2 días.
Previo a entrenar la voz, el primer mandamiento es aprender a respirar. Si así
es, el mecanismo que produce el tipo de voz que necesitamos para un trabajo específico
comienza con la respiración correcta; y cuando hablo de “el tipo de voz” me
refiero a que no en todos los casos se necesita la misma entonación y el mismo
volumen. El tamaño del espacio donde
hacemos nuestra exposición, el uso de micrófonos, la preparación acústica del
local o la ausencia de esta, nos obligan a realizar esfuerzos con la voz en
mayor o menor medida. Si nos encontramos en un teatro y tenemos a disposición equipos
de sonido, la presentación se torna muy fácil y en este caso solo debemos de
ocuparnos de hacer un uso correcto de nuestro aparato fonador para transmitir
el contenido con seguridad, firmeza, y credibilidad. Las cosas cambian si
estamos en un salón de clases, en una sala de conferencias grande pero
desprovista de tecnología para el sonido o en un espacio abierto. Es por ello que mientras mejor estemos
preparados, tendremos menos problemas a la hora de enfrentar situaciones
imprevistas.
Para comenzar la preparación debemos considerar
que el proceso respiratorio cumple una serie de tareas vitales en nuestro
cuerpo. Gracias a la respiración nuestra sangre lleva oxígeno a los órganos internos, a los músculos
y a la piel, obviamente el cerebro necesita una gran parte de esa oxigenación. En
una situación donde estamos nerviosos, nuestro corazón late más rápido porque
nuestro cuerpo entra en modo de alerta y debe estar listo para huir o atacar. Con
el ritmo cardiaco acelerado, los músculos tensos, los poros abiertos para
permitir la sudoración y el cerebro reptiliano comandando todo esto, súmale que
tienes que sacar la voz de manera firme
y segura, con una pronunciación optima, un tono convincente y un volumen
adecuado. Si esto no se logra, el resultado es catastrófico. Debido a ello es
vital que nuestra respiración sea la más adecuada para permitir el proceso de oxigenación y además
poder emitir la voz como la deseamos.
En consecuencia lo primero es ampliar nuestra
capacidad pulmonar, mientras más aire podamos meter menos inhalaciones debemos
hacer y nuestro ritmo cardiaco se maneja mejor. Es por esto que a las mujeres
en trabajo de parto se les enseña un tipo de respiración especial, pues en esos
instantes no se requiere la emisión de la voz de manera adecuada, pero si se
necesita preparar el cuerpo a resistir un dolor indescriptible y a realizar un
esfuerzo físico extremo y en ambos casos la oxigenación es de importancia
capital.
Lógicamente la mejor manera de ampliar nuestra
capacidad pulmonar es mediante ejercicios físicos aeróbicos. Estos nos ayudan a
tener pulmones más grandes y frecuencias cardíacas más bajas.
En el próximo articulo veremos un poco más de
la ampliación de la capacidad pulmonar, de la preparación del diafragma y de los
resonadores faciales.
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