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La voz y la respiración para hablar en público (I).



Antes de hacerte cualquier tipo de idea desacertada, te debo advertir que la voz y su adecuado entrenamiento no es un proceso de 2 días. Previo a entrenar la voz, el primer mandamiento es aprender a respirar. Si así es, el mecanismo que produce el tipo de voz que necesitamos para un trabajo específico comienza con la respiración correcta; y cuando hablo de “el tipo de voz” me refiero a que no en todos los casos se necesita la misma entonación y el mismo volumen.  El tamaño del espacio donde hacemos nuestra exposición, el uso de micrófonos, la preparación acústica del local o la ausencia de esta, nos obligan a realizar esfuerzos con la voz en mayor o menor medida. Si nos encontramos en un teatro y tenemos a disposición equipos de sonido, la presentación se torna muy fácil y en este caso solo debemos de ocuparnos de hacer un uso correcto de nuestro aparato fonador para transmitir el contenido con seguridad, firmeza, y credibilidad. Las cosas cambian si estamos en un salón de clases, en una sala de conferencias grande pero desprovista de tecnología para el sonido o en un espacio abierto.  Es por ello que mientras mejor estemos preparados, tendremos menos problemas a la hora de enfrentar situaciones imprevistas.  
Para comenzar la preparación debemos considerar que el proceso respiratorio cumple una serie de tareas vitales en nuestro cuerpo. Gracias a la respiración nuestra sangre  lleva oxígeno a los órganos internos, a los músculos y a la piel, obviamente el cerebro necesita una gran parte de esa oxigenación. En una situación donde estamos nerviosos, nuestro corazón late más rápido porque nuestro cuerpo entra en modo de alerta y debe estar listo para huir o atacar. Con el ritmo cardiaco acelerado, los músculos tensos, los poros abiertos para permitir la sudoración y el cerebro reptiliano comandando todo esto, súmale que tienes que sacar la voz  de manera firme y segura, con una pronunciación optima, un tono convincente y un volumen adecuado. Si esto no se logra, el resultado es catastrófico. Debido a ello es vital que nuestra respiración sea la más adecuada  para permitir el proceso de oxigenación y además poder emitir la voz como la deseamos.
En consecuencia lo primero es ampliar nuestra capacidad pulmonar, mientras más aire podamos meter menos inhalaciones debemos hacer y nuestro ritmo cardiaco se maneja mejor. Es por esto que a las mujeres en trabajo de parto se les enseña un tipo de respiración especial, pues en esos instantes no se requiere la emisión de la voz de manera adecuada, pero si se necesita preparar el cuerpo a resistir un dolor indescriptible y a realizar un esfuerzo físico extremo y en ambos casos la oxigenación es de importancia capital.
Lógicamente la mejor manera de ampliar nuestra capacidad pulmonar es mediante ejercicios físicos aeróbicos. Estos nos ayudan a tener pulmones más grandes y   frecuencias cardíacas más bajas.
En el próximo articulo veremos un poco más de la ampliación de la capacidad pulmonar, de  la preparación del diafragma y de los resonadores faciales.

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